viernes, 13 de mayo de 2011

El cinturón de Dios


Un sutil sueño en donde no sabía por qué estaba ahí. Solo sabía que me hallaba en el último piso de un edificio muy alto, el cual se ubicaba al lado de otro, tan al lado que con solo un salto cruzabas hacia ese otro edificio. Los dos edificios eran idénticos. Las paredes eran de color gris clarito. Ambos tenían dos ascensores, sus puertas eran de color negro rodeado por un marco dorado y con indicadores de llegada de color verde. Miré hacia arriba, el cielo era de un tinte rojizo, estaba oscuro y nublado. Lo más llamativo era esa extraña cosa negra que flotaba entre medio de los dos edificios. Parecía un vagón que seguía el largo sus pasillos hasta terminar. Acompañando el largo del vagón por partes, como estatuas decorativas, unas calaveras de un solo tipo de animal que no alcanzaba a imaginarme cual.
El hecho de estar allí me daba atracción a descubrir qué se econtraba dentro. Quería entrar, pero, ¿por dónde? Gracias a las aberturas que tenía la pared del vagón pude ver que del otro lado no había pared alguna. Sin embargo, cruzar al otro edificio no podía porque el vagón obstruía el paso; cruzar volando, siendo un ser humano y con el hecho de tener consciencia que existe la gravedad, no me lo permitía ; bajar por el ascensor, cruzar y subir por el otro lado me llevaría más tiempo, un problema lógico que sabía por el cual iba a acudir alguien, sacarme del edificio y al final despertarme. De repente, de la nada, una de las partes del vagón se eleva, abriendo y permitiendome el paso. Entrando ví que había un asiento recorriendo el largo del vagón, era acolchonado y estaba tapizado con una cuerina de color rojo. En ese vagón podía caber solo una persona a lo ancho.
Corrí hacia el extremo donde había una maquinaria rara. No parecía algo que funcionara para el arranque del vagón, sino para responder preguntas que se te ocurriesen. Cuando iba a probar ese raro artefacto oigo un grito - ¡¿Qué estas haciendo acá?! - Me dí vuelta y ví a un ser con ojos luminosos de color cambiante, vestido con una túnica negra de bordados blancos y encapuchado, ocultando su aspecto facial. Este ser al oír su voz me dió indicios de que era una mujer, pero lo dejo en duda. Sin preguntarle por qué todavía no podía estar ahí y preguntar esas inquietudes para que me respondan con verdad, me respondió con un - Todavía tienes Padre y Madre -. Me agarró del brazo y fue bajando por las escaleras muy apresuradamente, casi arrastrandome diría. Llegando al hall de entrada de uno de los edificios, me acorde de hacerle una pregunte antes de que me hechase a la calle - Espere, espere ¿Tengo que confiar en ella? -, respondiome con una pregunta retórica - ¡¿Por qué va a querer traicionarnos?! Confiá en ella-. Abrió la puerta de grandes ventanales y me tiró. A todo esto en el sueño nunca tuve la oportunidad de mirar hacia atrás.

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